Llegó el clásico esperado,
el Minella pegó el grito;
futboleros aplaudieron
al Tiburón y al Torito.
Primer tiempo previsible,
ambos nervios bien de acero;
mucho ruido, pocas nueces,
bien clavado el cero a cero.
El segundo más abierto,
los arqueros lo impidieron;
Tiburones y Toritos
ni ganaron ni perdieron.
El pronóstico fue escrito,
el acierto, una costumbre;
no es extraño que el empate
quien escribe lo vislumbre.
Sin la Brava en la tribuna,
incompleta fue la fiesta;
en la AFA y Aprevide
siguen durmiendo la siesta.
Librepensamiento
El hombre del mañana no sabemos si pasa de hoy.